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"Acabo de ser madre y no soy feliz" (Depresión postparto)

Suele ser habitual que aquellas mujeres primerizas, que acaban de tener un bebé, pasen por una etapa depresiva. La depresión postparto se caracteriza por una alta agitación, ansiedad elevada, tristeza, pérdida de concentración, sentimientos de inutilidad, soledad y/o culpa, alteraciones del sueño y alimentación, y problemas para realizar tareas y acciones cotidianas.

“Acabo de tener mi esperado bebé y no me siento feliz, ¿por qué?” El estar al corriente de este tipo de trastorno, que afecta al estado de ánimo de la mujer después de haber dado a luz, hace que las sensaciones vividas sean comprendidas y superadas con mayor facilidad. Muchas de las parejas, al no estar informadas sobre este estado de ánimo, no entienden las emociones, sentimientos y sensaciones que la mujer está viviendo, y esa incomprensión puede hacer que entre en un bucle de tristeza. Es por ello que, esta información es igualmente importante para la madre como para la pareja y la familia cercana.

Ante la sospecha de la presencia de este tipo de trastorno, es importante tener en cuenta lo siguiente:
  • Los pensamientos negativos e irracionales: Cuando el niño llora, pensamientos como “soy mala madre” o “no se cuidar de mi hijo”, influyen en la conducta de la madre. De aquí la importancia de los pensamientos en nuestra vida, tal y cómo también vimos en el post "¿Quieres automotivarte?". No eres una mala madre por no saber interpretar a primeras el llanto de tu hijo. Cambia el pensamiento por uno más realista como: “de momento no sé qué significa, haré lo posible por averiguarlo”.

pensamientos depresión postparto

  • Escuchar a tu bebé. Entender su llanto no es fácil, pero es la única forma que, por ahora, tiene para comunicarse. Observar la forma en la que llora y los momentos del día en los que llora, poco a poco empezarás a distinguir la demanda: si tiene hambre, si quiere diversión, si le duele la barriga, si está pidiendo un simple contacto, etc.  Si sólo te centras en que no sabes que le pasa te bloquearás, piensa que estás en pleno aprendizaje como madre, aprendiendo un nuevo "lenguaje de bebés".
  • El apego madre-hijo: cuando una madre se siente insegura consigo misma, puede transmitir estos nervios al bebé por ejemplo cuando lo coge en brazos, cuando le da de comer, cuando le mira… el bebé nota que su madre está tensa y ésto puede hacer que llore también de incomodidad. Tranquilízate antes de coger al niño, respira hondo y mantente serena.
madre con depresión postparto
  • Las hormonas: Cuando una mujer está embarazada, experimenta sensaciones y emociones intensas debido a que hay una secreción de hormonas llamadas “de la felicidad” como la oxitocina, que hacen que te encuentren más pletórica. Cuando das a luz, tu cuerpo empieza a reestablecerse a nivel físico y hormonal. Es por ello que también se nota un cambio en el estado de ánimo.
  • El nuevo entorno: durante estos últimos 9 meses has sido el centro de atención, se han preocupado por ti y por tu bienestar. Ahora has de entender que la atención se focaliza en tu bebé, eso no significa que te hayan apartado, es la novedad del entorno, todos quieren verlo y tú eres parte de él. Asimismo, ahora tu vida ha cambiado, no tienes la misma libertad, una personita depende de tu atención y de tus cuidados, pero con el tiempo encontrarás momentos para dedicarte también a ti misma.
  • ¿La solución? Tu confianza. Este es un tránsito que es pasajero en la medida en que no confíes en ti misma. Primeriza o no, estas aprendiendo a hacerte cargo de tu bebé ya que ningún niño es igual. Nadie te dio un libro de instrucciones a seguir cuando ocurren ciertas situaciones. El apoyo de la familia y de la pareja es fundamental en este tránsito, y puedes también pedir ayuda profesional. No te sientas sola, demanda ayuda.
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¿Qué pasaría si...?. Capítulo I.

¿Me preocupo en exceso?, ¿Cómo saber si mis preocupaciones son realistas?.


     Cuando hablamos de preocupaciones nos referimos a una secuencia de pensamientos e imágenes con afecto negativo, orientado a peligros futuros que son percibidos como incontrolables. Incluso acciones o acontecimientos pasados entran dentro de esta preocupación, es decir, qué consecuencias podrían tener.
Hoy hablaremos sobre TAG : Trastorno de Ansiedad Generalizada.


     Definimos el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) como aquella preocupación y ansiedad excesivas (expectativa aprensiva), que son persistentes (más de la mitad de los días durante al menos 6 meses) y casi incontrolables sobre acontecimientos o actividades cotidianas. Si recuerdan mi primera publicación diferenciábamos entre ansiedad sana (la que nos activa y nos hace funcionar en el día a día) y la ansiedad patológica (aquella que interfiere en nuestra vida diaria). Pues bien, hablamos de la segunda. Para poder llamarla ansiedad patológica significa que su intensidad, duración o frecuencia son desproporcionadas en relación a la probabilidad real del acontecimiento temido.


     Las preocupaciones más constantes suelen hacer referencia a situaciones de la vida diaria. Estas pueden estar relacionadas con la familia, los amigos, relaciones interpersonales, dinero, situación laboral, los estudios, la salud, etc. En definitiva, y dentro de los ámbitos citados, se trata de preocupaciones por cuestiones menores.


     Según el DSM-IV , el centro de las preocupaciones no se limita a la posibilidad de tener un ataque de pánico (trastorno por crisis de angustia), sentirse azorado en público (fobia social), contaminarse (trastorno obsesivo-compulsivo), estar lejos de los tuyos (ansiedad por separación), ganar peso (anorexia nerviosa), numerosas quejas físicas (trastorno de somatización), o padecer una enfermedad grave (hipocondría). Tampoco en el transcurso de un trastorno por estrés postraumático, ni a los efectos fisiológicos de una droga, fármaco o enfermedad.


     Una vez claro esto, las personas con Trastorno de Ansiedad Generalizada se preocupan por situaciones que es improbable que sucedan, o que si ocurren son mucho más controlables y menos dramáticas de lo que piensan. Solo son capaces de dejar de pensar en una preocupación cuando aparece un nuevo tema de preocupación.  Según Deffenbacher ``es como si estuvieran petrificados en las primeras etapas de una solución de problemas´´. Cuando aparece una nueva preocupación le dan vueltas y más vueltas, son incapaces de encontrar una solución, y reiteradamente  piensan en errores, posibilidades negativas, equivocaciones, etc. Es muy probable que las preocupaciones estén relacionadas con la intolerancia a la incertidumbre (Dugas y Ladouceur, 1997).


     Podemos citar cinco preguntas muy significativas para saber si dicha preocupación y ansiedad son desadaptativas (Badós, 2005): 1) ¿se preocupa por cosas sobre las que, según usted, la mayoría de la gente no se preocupa?, 2) ¿encuentra muy difícil dejar de preocuparse y, en consecuencia, no puede relajarse?, 3) ¿su preocupación raramente da lugar a alcanzar una posible solución para un problema particular?, 4) ¿cree que si no se preocupa, sucederá realmente un acontecimiento terrible?, 5) ¿ se preocupa por no preocuparse o se preocupa cuando las cosas le van bien en la vida?.


     Y como en cualquier trastorno de ansiedad, intervienen asociados algunos síntomas como inquietud, impaciencia, cansarse o fatigarse con facilidad, dificultades para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular, perturbaciones del sueño, etc. Quizá el síntoma somático (o físico) más característico del TAG sea la tensión muscular. Por tanto el TAG requiere que la preocupación y ansiedad y los síntomas somáticos o físicos produzcan un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento de la persona.


Como ven en el título de post, seguiremos hablando de Ansiedad Generalizada en el capítulo II de esta publicación, donde abordaremos la génesis y el mantenimiento del trastorno.

Muchísimas gracias por leerme.
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¡Nos vemos en mi próxima publicación!

"MIS PADRES NO ME ENTIENDEN" (Adolescencia)

Etapa adolescente es una de las épocas por las que las personas sufrimos la mayor parte de cambios físicos y emocionales. Es por ello que resulta una etapa complicada en la que la persona tiene sentimientos, emociones y sensaciones encontradas. Se intenta ubicar en un mundo en el que siente que no encaja (por ahora), ya que las demandas de su entorno chocan con sus pensamientos internos. Es una transición por la que todos pasamos, pero no todos de la misma forma. 


Este es un post destinado a que los padres entiendan a los hijos en la adolescencia y, a su vez, los adolescentes entiendan también a sus padres durante esta etapa.

A los adolescentes:
  • “Me tratan como a un niño/a”: es posible que sientas que tus padres te tratan como a un niño pequeño, dan por supuesto que hay cosas que aún no puedes hacer. Lo cierto es que te encuentras en una transición entre la infancia y la adultez, es por ello que sientes que ya no eres un niño y como tal, ciertas palabras, gestos o mimos, sientes que ya no corresponden en ti. Habla con tus padres y transmíteles tus incomodidades de buenas formas, ellos no pueden leerte la mente.
  • “Se preocupan demasiado, no me dan la libertad que yo quiero”: sé que puedes llegar a sentirte agobiado por las continuas advertencias, las llamadas para saber dónde estás, con quien, cuando volverás, qué estás haciendo… No es que no confíen en ti, sino que tienen miedo a que algo malo te suceda, estás en una edad en la que muchos jóvenes asumen riesgos, y es normal que tus padres quieran saber qué está haciendo su hijo. En lugar de que te llamen ellos, antes de salir avísales dónde vas a estar, un mensaje, de esta forma ellos se encontrarán mucho más tranquilos, y verán que tú también piensas en ellos.
  • “Me prohíben relacionarme con mis amigos”: cuando somos adolescentes intentamos tener un grupo de amigos con el que salir, y nos fastidia que justo ese grupo a nuestros padres no les gusta, dicen que son malas compañías. Es en esos momentos en los que, en lugar de pelearte con tus padres, es mejor pedirles explicación. Entiende que, si tus amigos se visten de forma llamativa o tienen ciertas costumbres, a tus padres les puede preocupar tu bienestar. Quizás es también momento de reflexionar sobre la gente que te rodea y cómo influye en ti.
  • “Ya soy mayor”: estas en una fase en la que nos sentimos mayores pese a ser aún menores de edad, para nosotros sentirnos mayores es querer hacer cosas de mayores, como volver a casa más tarde o irnos de fiesta. Pero hay que comprender que tus padres consideran ser mayor de otra forma, puesto que esto no solo es llegar tarde a casa, sino tener responsabilidades. Ayudar a tus padres en casa, hacer la comida o la cena, etc. Échales una mano, demuéstrales que eres responsable y depositarán más confianza en ti.


A los padres:
  • “Está irritable”: es una etapa confusa en cierta forma ya que empieza a cambiar el cuerpo, se desarrolla y los cambios hormonales se notan, es por ello que es habitual tener cambios emocionales. Resulta extraño que te hable o te trate de esa forma sin tu hacer nada, pero muchas veces lo hace de forma inconsciente. Habla con él/ella y pídele que te hable de la mejor forma posible para que tome conciencia de su comportamiento. Asimismo, transmítele que vas a estar ahí para aquello que necesite y hablar de aquello que le preocupe, que sepa que tiene un apoyo. Dale tiempo, es una transición por la que va a pasar, necesita tener confianza en si mismo/a.
  • “No me hace caso”: aunque se encuentre en una etapa en la que empieza a querer ciertos privilegios o libertades, tenéis que aplicar ciertas normas y marcar los límites. No obstante, marcar límites y tener autoridad, es diferente de sobreproteger y controlar en exceso, y ésto hay que tenerlo en cuenta. Asimismo, ambos padres o tutores tenéis que mantener una coherencia, es decir, que ambos estéis de acuerdo en lo que le permitáis. Habladlo.
  • “No me gustan nada las pintas de sus amigos”: juntarse con lo que parecen ser “malas compañías” está a la orden del día. Haced el esfuerzo por conocer la clase de personas con las que sale, muchas veces nos dejamos guiar por una simple apariencia o prejuicio. Hay que entender que se encuentra en un momento de su vida por el que intenta encontrar su identidad, y es normal el intentar buscar ese grupo con el que se sienta integrado. Es por ello que los cambios de apariencia como la forma de vestir es muy común en esta transición. Ante todo, durante esta etapa es muy importante que se sientan comprendidos, puesto que intentan hacerse un hueco en el mundo y no saben dónde, y el estado de ánimo puede verse afectado.
  • “Me preocupa que no tome precauciones o que tome drogas”: en la medida en que no se encuentre informado/a sobre estos aspectos, no sabrá el riesgo que conllevan. Por ello, es importante que le deis consejos, información al respecto y que entienda los problemas que pueden surgir. No os sentéis enfrente de él/ella y le deis la charla diciéndolo todo de golpe, ya que puede ser para él/ella una situación incómoda. En lugar de ello, durante ciertos momentos que creáis oportunos, decirle algún consejo empezando por: “quiero que sepas que es importante…/me gustaría que supieses que si en algún momento…”.
Hay que saber identificar cuando vuestro hijo se encuentra en la “edad del pavo” y cuando se empiezan a presentar problemas de conducta. En estos casos, tomar contacto con un especialista y ver qué está sucediendo para que aparezcan esos comportamientos os ayudará a saber cómo manejar la situación.

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Agorafobia, la reemergencia del pánico

     ``Algunos meses después de experimentar mi primer ataque de pánico, no podía llevar una vida normal. El simple hecho de ir al supermecado, conducir, ir al trabajo o quedar con los amigos me provocaban muchísima ansiedad. Las bruscas palpitaciones y la sensación de ahogo hacían que terminara marchándome a casa. No podía estar sola. La crisis podía aparecer sin previo aviso. Temía estar volviéndome loca y no entendía qué me estaba pasando´´. 

     El término agorafobia proviene del griego ``ágora´´ (plaza pública) y ``phobos´´ (deidad del miedo). La definición del término se ha generalizado incluyendo miedo a lugares públicos de diversa índole como: estar fuera de casa, mezclarse con gente, hacer cola, viajar, etc. El DSM-IV-TR define la agorafobia como:

     A. Miedo a estar en lugares o situaciones de los cuales pueda ser difícil o embarazoso escapar o en los cuales pueda no disponerse de ayuda en el caso de tener un ataque de pánico o síntomas similares a los del pánico (mareo, caída, despersonalización, desrealización, etc.). Considerar el diagnóstico de fobia específica si la situación se limita a una/algunas situaciones específicas, o fobia social si lo que se evita son las situaciones sociales. 

     B. Ante las dificultades esperadas para escapar de la situación, tal situación se evita o si no queda otro remedio se soporta pero a costa de un gran malestar o ansiedad o la persona necesita estar acompañada.

     La agorafobia normalmente se inicia con miedo/pánico en algún sitio público, y se reduce cuando el paciente escapa de la supuesta situación aversiva. A diferencia del resto de fobias, la agorafobia es el temor a la pérdida de seguridad, a no perder la protección del hogar. Incluso pensar en esos lugares o situaciones suscita una importante ansiedad anticipatoria. La evitación es lo más incapacitante para el paciente, es lo que hace que en los casos más graves el paciente quede recluido en casa. Más abajo podemos ver un listado de situaciones agorafóbicas típicas (Barlow y Craske, 1994) : 
  

  • Conducir                                                                    
  • Transportes públicos
  • Hacer colas
  • Multitudes
  • Grandes almacenes
  • Restaurantes, teatros
  • Irse lejos de casa, estar solo en casa
  • Ascensores, escaleras mecánicas


     Dentro de la agorafobia, cuando surge una crisis de angustia, distinguimos distintos tipos de afrontamiento que suelen utilizar las personas afectadas:
  1. Evitación. Contempla el evitar situaciones agorafóbicas específicas, o evitar las situaciones que pueden producir las famosas sensaciones de miedo (realizar ejercicio físico, tomar café, tomar alcohol, etc.)
  2. Estrategias de distracción. Podríamos definirlas como acciones encaminadas a distraer al paciente para que no piense en la situación o los síntomas aversivos de la ansiedad. Por ejemplo, poner música, echarse una siesta, etc.
  3. Métodos de afrontamiento supersticiosos. La persona se siente mejor y más segura con algún objeto contrafóbico (no salir sin las pastillas, salir con el perro, un teléfono móvil, etc.).
    
     ¿Cómo se mantiene el trastorno? ¿Por qué es tan dificil salir del círculo?.  Es precisamente esto, la evitación, lo que hace que se mantenga la agorafobia. El escapar del estímulo o la situación aversiva, utilizar supersticiones o señales de seguridad hacen de la agorafobia y en general de la ansiedad un círculo vicioso. Según Clark y Salkowskis, cuando el paciente ha desarrollado una tendencia a interpretar catastróficamente las sensaciones, dos procesos alimentan el mantenimiento:

     -Hipervigilancia. Las sensaciones externas e  internas hacen que el sujeto se haga hipervigilante. Las sensaciones internas son las que hacen creer equivocadamente al paciente que las crisis son espontáneas o ``caídas del cielo´´.
    
    -Conductas de evitación. Reducen y eliminan el malestar a corto plazo, pero constituyen el problema más importante al perpetuar y reafirmar que la situación es realmente peligrosa, manteniendo el estilo interpretativo negativo del paciente.

     Además el DSM-IV-TR permite establecer los siguientes diagnósticos: trastorno de angustia sin agorafobia, trastorno de angustia con agorafobia y agorafobia sin trastorno de angustia. El trastorno de angustia sin agorafobia consiste en crisis de angustia recidivantes causando un estado constante de preocupación ante la posibilidad de padecer nuevas crisis, que se prolonga al menos 1 mes pero sin evitación agorafóbica, debiendo ser estas crisis inesperadas para su diagnóstico. El trastorno de angustia con agorafobia consiste en crisis de angustia y agorafobia de carácter recidivante e inesperado. Por último la agorafobia sin crisis de angustia  exige presencia de agorafobia en relación a padecer algún síntoma común a una crisis de angustia en situaciones en las que el escape es difícil, es decir, no son crisis completas ( es la variante menos común de las tres mencionadas).

Sin más, muchísimas gracias por leerme. 
Nos vemos en mi próxima publicación, y recuerda, NO TE CREAS TODO LO QUE PIENSAS.

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