El apego es según Bowlby (1973) “cualquier forma de conducta que
tiene como resultado el que una persona obtenga o conserve la proximidad de
otro individuo diferenciado y preferido, que suele concebirse como más fuerte y
sabia”.
Los tipos de
apego son:
- apego seguro: los niños sienten angustia cuando su madre no está, pero en cuanto regresa buscan contacto físico con ella. Los niños saben que los cuidadores son sensibles a sus necesidades.
- apego inseguro-evitativo: los niños se muestran más independientes. Exploran el entorno sin utilizar a su madre como una fuente de seguridad, de hecho la ignoran. Cuando la madre no está, los niños no están ansiosos y cuando ésta vuelve no buscan contacto físico y si lo inicia la madre, lo rechazan.
- apego inseguro-ambivalente: los niños apenas exploran el entorno porque están muy preocupados por el paradero de sus madres. Cuando la madre no está lloran e incluso siguen llorando cuando la madre regresa. A su regreso muestran una conducta ambivalente, puesto que sus emociones son una mezcla de irritación, resistencia al contacto, acercamiento y conductas de mantenimiento de contacto.
- apego desorganizado-desorientado: son los niños que no se pueden catalogar en ninguno de los dos grupos de apego inseguro. No es un patrón con características particulares, pues mezcla tipologías del apego inseguro-evitativo y del apego inseguro-ambivalente. Son niños que muestran mayor inseguridad y su reacción ante la madre es confusa. Estos niños no muestran estrategias para enfrentarse a las situaciones y las pocas que poseen son desorganizadas y no coordinadas con la realidad
La formación de un apego seguro va a reducir la
probabilidad en el infante de desarrollar un trastorno de personalidad o del
estado de ánimo. Contribuir a que nuestros hijos generen un estilo de apego
seguro va a ser un factor protector para a una buena salud psicológica en su
edad adulta.
Para la formación de un buen patrón de apego en la
edad infantil se debe de:
- Proporcionar por parte de los progenitores los cuidados que demanda el infante de manera ordenada. No consiste en consentirle todo lo que demande, sino que hay que ser selectivos y todas aquellas conductas verdaderamente necesarias para su desarrollo, tanto físico como emocional, las vea el niño resueltas.
- Reaccionar de manera consistente ante las mismas conductas del niño en tiempos diferentes. Es de vital importancia que los progenitores y demás cuidadores tengan un consenso acerca de cómo reaccionar ante las situaciones más importantes que se vayan dando en el desarrollo del niño.
- Nos tenemos que poner en el lugar del niño, es decir, éste debe de observar que los progenitores son capaces de experimentar y comprender los sentimientos que siente ante las diferentes situaciones.
- Proporcionarle de manera constructiva retroalimentación de sus conductas, haciéndole ver que la otra persona con la que interactúa también tiene estados de ánimo y tiene que aprender a reconocerlos y respetarlos.
BIBLIOGRAFÍA
Bolwby, J. (1973).
Separation: Anxiety & Anger. Attachment and Loss. London: Hogarth Press.
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María José Ramos Blasco.
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