EL MAYOR CON DEMENCIA

En este artículo, vamos a hablar de lo que es una demencia de una forma muy general y de las posibilidades en el tratamiento psicológico de un mayor que curse con esta enfermedad.

El término “demencia” se aplica al deterioro progresivo del conjunto de las funciones intelectuales (memoria, atención, juicio y capacidad de razonamiento) y a causa de este deterioro/pérdida pueden aparecer trastornos conductuales (ansiedad, irritabilidad, agresividad…). Existen demencias “degenerativas”, las cuales afectan fundamentalmente al sistema nervioso central, por ejemplo la enfermedad de Alzheimer, de Parkinson… y demencias “no degenerativas”, las cuales tienen diferentes inicios, podrían ser, por ejemplo, las vasculares (Ictus-Accidente Cerebrovascular). También según los síntomas, las podemos dividir entre demencias “corticales”, en las que existe una mayor afectación cognitiva; memoria, atención, lenguaje… (Alzheimer, por ejemplo) y “subcorticales”, en las que la afectación es más visible en alteraciones conductuales y del estado de ánimo (Parkinson, por ejemplo). También existe una afectación cognitiva, como en las corticales, pero en fases ya más avanzadas de la demencia.

La demencia, por lo que vemos tras esta pequeña introducción, es una enfermedad que va deteriorando al mayor poco a poco, entonces, si no hay solución, ¿para qué hacer un tratamiento psicológico?, ¿sirve para algo?.




La respuesta a las preguntas formuladas en el párrafo anterior es SÍ, claro que sirve, es calidad de vida para el mayor. Por ello vamos a hablar de las “Terapias NO Farmacológicas” (sin medicación). En varios estudios recientes, a nivel mundial, se demuestra que con algunas de estas terapias, se obtienen mejores resultados que con algunos fármacos, por ejemplo, en el tratamiento de la demencia tipo Alzheimer, en la recuperación de las alteraciones cognitivas.
Se comienza a hablar del buen resultado de las intervenciones “multi-componente”; estimulación cognitiva, con diferentes ejercicios/terapias, de las funciones intelectuales (memoria, lenguaje, juicio, razonamiento, movimientos voluntarios…), ejercicio físico adaptado al nivel de deterioro del mayor, intervención en trastornos de conducta (por ejemplo delirios), emocionales (depresión) y otros componentes en distintas proporciones, mejoran la capacidad funcional, cognitiva y el estado de ánimo de personas con demencia. Incluso, es un plus si dicha estimulación se realiza en grupo, ya que también beneficiaría su capacidad de socialización con otras personas, algo que también se va perdiendo poco a poco en las demencias. Muchas veces se pierde de forma consciente por el propio mayor, ya que puede sentir vergüenza al hablar con otras personas, puede darse cuenta que le resulta difícil comunicarse con otros como lo hacía antes (pierde el hilo de la conversación, no entiende lo que le dicen o preguntan). Ellos mismos se van apartando y es muy positivo incitarles a que se relacionen con los demás. La terapia sería un buen lugar para ello.
Las terapias NO farmacológicas tienen una base científica que justifica su utilización a día de hoy, ésta es la “Neuroplasticidad neuronal”, es decir; “La respuesta que da el cerebro para adaptarse a las nuevas situaciones y restablecer el equilibrio alterado, después de una lesión”. El cuerpo humano es muy “listo”, el cerebro es muy “inteligente” y tras una lesión en alguno de sus componentes, intentará suplirlo utilizando más otros o adaptándose con lo que tiene en ese momento. Esto ocurre también en un cerebro anciano, incluso en el de una persona con demencia tipo Alzheimer, aunque sea en menor medida.

Por lo tanto, el objetivo de las terapias de estimulación cognitiva del mayor, es en definitiva, mejorar la calidad de vida (concepto de envejecimiento activo que venimos hablando en anteriores artículos, aquí también tendría cabida), detener o ralentizar el deterioro cognitivo, mantener las capacidades cognitivas que se han conservado y promover la autonomía de la persona a la que se trata, que dentro de sus limitaciones, pueda llevar una vida digna y seguir formando parte de la sociedad. Así pues, como vemos, la intervención psicológica y de otros profesionales en un mayor con demencia es muy importante. No por tener una enfermedad degenerativa, incluso sin cura conocida (como la demencia tipo Alzheimer), hay que “apartar” al mayor, debe seguir siendo parte de la familia y de la sociedad y eso es lo que buscamos en el tratamiento.

Hablaremos de las diferentes terapias No farmacológicas en próximos artículos, además de las funciones cognitivas a estimular, ejercicios, trastornos conductuales y emocionales en mayores con demencia y por supuesto del cuidador principal familiar. Si estás leyendo este artículo y tienes un familiar/conocido con demencia, destacamos la importancia que tiene un tratamiento a tiempo para ralentizar en la medida de lo posible la enfermedad.

“La demencia tiene muchas caras”. Destacamos la importancia de los programas multi-componente, que buscan el tratamiento cognitivo (cerebro), emocional y conductual.


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Espero que haya sido de vuestro interés, y que veáis al mayor con demencia como “una persona que ha sido, es y será”.


Mónica Vicente- Integrante del Proyecto “Ejercitatucerebro Psicología”.

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