LA ANSIEDAD EN LOS NIÑOS Y LOS ADOLESCENTES (PARTE II): TERAPIAS


Las terapias utilizadas para abordar la ansiedad van a ser específicas en función del trastorno de ansiedad que padezca el adolescente o el infante, en cualquier caso pueden ser farmacológicas, cognitivo-conductuales o una fusión de las dos. Algunos autores como Ballesteros y Sarmiento (2013), han encontrado que en algunos ensayos clínicos controlados, la terapia cognitivo-conductual tiene una efectividad reportada del 50% en 10-20 sesiones, en la reducción de los síntomas de ansiedad. En su comparación con la terapia farmacológica, la terapia cognitivo-conductual (TCC) es igual de efectiva, más barata y además tiene un efecto más sostenido a largo plazo. En niños el uso de tratamiento farmacológico no está apoyado puesto que posee un riesgo elevado para la salud el consumo de psicofármacos. Solo en casos severos se recomendaría este uso.

La ansiedad se suele manifestar en torno a tres componentes que suelen ser el cognitivo, el fisiológico y el conductual. La elección del tipo de terapia tendrá que ir encaminada a reducir las manifestaciones de estos tres componentes.










Las técnicas fisiológicas van encaminadas a reducir la excesiva activación fisiológica, además de generar pensamientos más reflexivos y adaptativos ayudando al afrontamiento de nuevos estímulos que generen ansiedad. Dichas técnicas pueden ser el control de la respiración o técnicas de relajación.

Las técnicas cognitivas van encaminadas a describir los pensamientos e interpretaciones que generan los trastornos de ansiedad mediante diálogos internos por parte del niño/adolescente. Después de que se hayan identificado esos pensamientos que produjeron aumento de los niveles de ansiedad, hay que someterlos a debate y derogarlos por otros más adaptativos y que nos desarrollen dichos síntomas.

Una vez que se ha intervenido en la reducción o eliminación de componentes cognitivos y fisiológicos, por otros más adaptativos, se podría poner en práctica la “reeducación” mediante un plan gradual e individualizado de exposición. Esta exposición puede ser en vivo o por imaginación, aunque se ha demostrado una mayor eficacia de la primera.

En la actualidad, se ha observado que la inclusión de los padres en la terapia cognitivo conductual ha aumentado los beneficios de la misma Un trabajo conjunto por parte del profesional y los progenitores va a desarrollar intervenciones más precisas puesto que los padres tienen una cercanía con el niño/adolescente.


Ballesteros, M. y Sarmiento, J. (2013). Trastornos de ansiedad en niños y adolescentes: comparación entre tratamientos farmacológicos y terapias psicológicas. Revista Vanguardia Psicológica.



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María José Ramos Blasco.



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